Febrero, 10 del 2024, última actualización

Dolor Articular: Causas, Relación con el Cansancio y Soluciones

¿Qué provoca el dolor articular?

El dolor articular es una dolencia común que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se manifiesta como rigidez, inflamación, molestia al moverse o incluso dolor constante. Aunque suele asociarse con el envejecimiento, sus causas pueden ser muy variadas.

Las principales causas del dolor articular incluyen:

• Desgaste del cartílago (artrosis)
• Inflamación autoinmune (artritis reumatoide)
• Infecciones crónicas (como Helicobacter pylori, virus de Epstein-Barr, Borrelia en la enfermedad de Lyme, entre otros)
• Menopausia y desequilibrios hormonales, especialmente por la bajada de estrógenos
• Estrés crónico y exceso de cortisol, que afecta al sistema nervioso y al sistema inmune
• Disbiosis intestinal y permeabilidad, que provocan inflamación sistémica

Muchos de estos factores se retroalimentan: una disbiosis intestinal puede activar el sistema inmune, lo que a su vez causa inflamación en las articulaciones; el estrés puede empeorar esa inflamación e incluso alterar la microbiota; y una infección puede estar detrás del desencadenante original.

Dolor articular y cansancio

Una de las quejas más comunes entre quienes sufren dolor articular es el cansancio persistente. Esta fatiga no se debe solo al dolor físico, sino también al desgaste que sufre el sistema inmunológico cuando hay inflamación crónica.

Además, muchas personas con enfermedades articulares presentan alteraciones hormonales y del sueño. El dolor interfiere con el descanso profundo, y la inflamación interrumpe los ciclos regenerativos, generando una sensación constante de agotamiento. Si hay un desequilibrio intestinal o hepático, los procesos de detoxificación también se ven comprometidos, lo que intensifica la fatiga.

Dolor articular muscular

No es raro que el dolor articular venga acompañado de dolor muscular. Esto puede deberse a una alteración en la postura por compensación, a una sobrecarga de otras articulaciones o a la inflamación generalizada que afecta tanto a articulaciones como a músculos.

Cuando hay un exceso de citoquinas inflamatorias o una activación del sistema inmune, los tejidos blandos también se resienten. El estrés crónico agrava esto, ya que el cortisol elevado puede alterar el equilibrio mineral y reducir la regeneración muscular.

Dolor articular manos

Las manos son una de las zonas más afectadas por el dolor articular, especialmente en casos de artritis reumatoide o artrosis. Aparece rigidez matutina, dificultad para abrir frascos, hinchazón en los dedos o pérdida de fuerza.

Además, las manos son sensibles a los cambios hormonales y vasculares, por lo que pueden resentirse especialmente en situaciones de menopausia, frío o estrés. Si el dolor en las manos es persistente, puede ser un síntoma temprano de inflamación autoinmune o de un desajuste sistémico más profundo.

¿Qué virus pueden causar dolor en las articulaciones?

Algunos virus y bacterias pueden actuar como desencadenantes o agravantes de enfermedades articulares. Entre los más conocidos están:

• Virus de Epstein-Barr (VEB): asociado con artritis reumatoide, lupus y fatiga crónica.
• Virus de la hepatitis C: puede provocar dolor articular y artropatías.
• Citomegalovirus (CMV): vinculado a dolor muscular y articular crónico.
• Borrelia (enfermedad de Lyme): en este caso no se trata de un virus, sino de una bacteria que puede provocar artritis persistente si no se detecta y trata a tiempo.

En muchos casos, el cuerpo no logra eliminar por completo estos agentes patógenos. Como consecuencia, el sistema inmunológico se mantiene activo, generando una inflamación continua que afecta directamente a las articulaciones y puede volverse cada vez más agresiva si no se regula.

¿Cómo se calma el dolor articular de forma natural?

Romper el ciclo inflamatorio y restaurar el equilibrio es fundamental para aliviar el dolor articular de raíz. Pero la solución depende del origen del problema:

• Cuando hay patógenos implicados (como bacterias o virus): es clave ayudar al cuerpo a eliminar la infección con herramientas naturales. La fitoterapia, la apiterapia y la micoterapia ofrecen compuestos con efecto antimicrobiano, inmunomodulador y antiinflamatorio.
• Cuando el estrés es el detonante: técnicas como la meditación, la respiración consciente, el mindfulness y el uso de plantas adaptógenas como la Rhodiola o la Ashwagandha y otras menos conocidas, ayudan a regular el sistema nervioso autónomo y disminuir la liberación de cortisol, que puede inflamar los tejidos.
• Cuando hay desequilibrios hormonales: la fitoterapia y la suplementación personalizada pueden contribuir a restaurar el equilibrio endocrino que influye en las articulaciones, especialmente en la menopausia o en casos de disfunción tiroidea.
• Cuando existe disbiosis o permeabilidad intestinal: es fundamental restaurar la microbiota, reforzar la mucosa intestinal y detectar las causas que han generado este desequilibrio.

En todos los casos, el acompañamiento debe incluir una dieta antiinflamatoria, descanso profundo, movimiento adaptado, adaptógenos para el sistema nervioso y un enfoque emocional respetuoso.

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