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Y presencial en EspañaMayo, 3 del 2024, última actualización
Una cicatriz con queloide es una formación anómala de tejido cicatricial que crece de forma desproporcionada, extendiéndose más allá de los bordes de la herida original. A diferencia de otras cicatrices, los queloides no se estabilizan con el tiempo y pueden continuar creciendo. Son frecuentes en zonas como el tórax, hombros, espalda, cuello y lóbulos de las orejas, y pueden causar molestias estéticas o físicas como picor o dolor.
Para entender mejor estas cicatrices, conviene conocer cómo se forman y qué las diferencia de otros tipos de cicatrización anómala.
Un queloide es el resultado de una respuesta exagerada del cuerpo a una lesión cutánea. Durante el proceso de cicatrización, se produce una acumulación excesiva de colágeno, dando lugar a un tejido denso y elevado que sobrepasa los límites de la herida original. Factores como predisposición genética, color de piel más oscura, infecciones, tensión en la herida o traumatismos repetidos pueden aumentar el riesgo de desarrollar queloides.
Y este tipo de cicatrización puede ocurrir en zonas tan particulares como:
El queloide en la oreja es uno de los más comunes, especialmente tras perforaciones. Comienza como un bulto pequeño y puede crecer progresivamente. Suele afectar al lóbulo o al cartílago. Aunque no es peligroso, puede resultar antiestético o incómodo. Es importante no manipularlo para evitar inflamaciones.
Por ejemplo, los puede producir algo tan simple como un piercing:
Los queloides por piercing aparecen cuando el cuerpo reacciona de forma exagerada a la perforación. El roce, infecciones o el uso de materiales inadecuados pueden favorecer su aparición. Es fundamental mantener una buena higiene, evitar traumatismos y vigilar la aparición de bultos anormales durante la cicatrización.
Junto con los queloides, existe otro tipo de cicatriz que también implica un exceso de colágeno: la cicatriz hipertrófica. Aunque comparten similitudes, no son lo mismo.
Una cicatriz hipertrófica también es el resultado de una producción excesiva de colágeno, pero a diferencia del queloide, no sobrepasa los bordes de la herida. Suele aparecer por una cicatrización rápida o bajo tensión. Es más frecuente en heridas quirúrgicas, quemaduras o zonas de movimiento constante.
Saber distinguir entre un queloide y una cicatriz hipertrófica es clave para abordar correctamente su tratamiento y evitar que empeoren con el tiempo.
La principal diferencia está en el crecimiento. Si la cicatriz se mantiene dentro del margen de la herida, aunque sea elevada, es probablemente hipertrófica. Si se extiende más allá, es un queloide. El color, textura, tiempo de aparición y persistencia también ayudan a diferenciarlas.
Muchas personas buscan soluciones tópicas para mejorar el aspecto de los queloides, pero ¿qué tan efectivas son realmente?
Existen cremas formuladas con ingredientes como silicona, centella asiática, cebolla (como en el gel de extracto de Allium cepa), vitamina E o ácido hialurónico que ayudan a mejorar la apariencia de las cicatrices. Sin embargo, estas cremas tienen efectos limitados en queloides establecidos. Pueden suavizar la textura, reducir la inflamación o aliviar síntomas, pero no suelen eliminar el volumen ni detener su crecimiento por completo. Para tratar los queloides de forma más efectiva, es necesario ir más allá de las cremas convencionales.
Una alternativa natural y prometedora es el uso de veneno de abeja. Este contiene hialuronidasa, una enzima capaz de descomponer el ácido hialurónico, reduciendo la rigidez y el volumen del tejido cicatricial [1]. La acción conjunta de la hialuronidasa con otras sustancias como la melitina (antiinflamatoria) ayuda a remodelar el tejido afectado y reducir la visibilidad del queloide. Además, el veneno de abeja promueve la expresión de factores de crecimiento como EGF y TGF-β, esenciales en la reorganización del colágeno [2][3].
Este enfoque forma parte de la apiterapia y debe ser aplicado por profesionales especializados para evitar reacciones adversas. El tratamiento controlado puede mejorar notablemente la apariencia del queloide y prevenir su expansión.
El tratamiento de las cicatrices hipertróficas también puede beneficiarse del poder regenerador del veneno de abeja.
Al igual que con los queloides, la cicatriz hipertrófica puede beneficiarse del veneno de abeja. Su contenido en enzimas y péptidos activos ayuda a desinflamar, reestructurar y suavizar el tejido. Gracias a la acción de la hialuronidasa y la melitina, se puede acelerar la remodelación natural de la cicatriz y devolver elasticidad a la piel. Es un tratamiento que, si se aplica correctamente desde etapas tempranas, puede prevenir que una cicatriz se vuelva patológica. Para quienes prefieren una opción natural antes que la cirugía o el láser, la apiterapia ofrece una solución segura y progresiva.
Si te gustaría tratar tus cicatrices de forma natural, sin recurrir a cirugía ni tratamientos agresivos, puedo ayudarte. El tratamiento con veneno de abeja es una opción efectiva, segura y personalizada que aplico de forma profesional. Si quieres saber si es adecuado para ti o resolver tus dudas, reserva una consulta y te acompañaré en el proceso con un plan adaptado a tu piel.
Bibliografía
1 Comentario
Laura MorSan Mayo, 3 del 2024
¡Hola, soy Laura! Puedes dejar tu comentario y resolveré tus dudas.
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